De anticasta, nada: Vallota y Valiante, dos dirigentes de la vieja política necochense

En las últimas horas, Eugenia Vallota y Mariano Valiante volvieron a encabezar críticas contra la gestión del intendente Arturo Rojas, acusando al gobierno municipal de sostener “una abultada planta política” y de “agrandar el Estado con cargos innecesarios”. Sin embargo, los hechos muestran una realidad muy distinta: desde el inicio de su mandato, Rojas redujo en un porcentaje sensible la cantidad de funcionarios, un camino inverso al que transitó el gobierno anterior.

Vale recordar que durante la gestión de Facundo López, de la cual tanto Vallota como Valiante fueron parte activa, la planta municipal se disparó de menos de 2.000 a más de 2.700 trabajadores en apenas cuatro años. Ese crecimiento desmedido, sumado al desorden financiero y al festival de contrataciones, dejó al Municipio al borde del colapso económico.

La contradicción de los discursos no se agota ahí. Tanto Vallota como Valiante se presentan hoy como adalides del “anticastismo”, pero lo cierto es que integraron el gobierno más cuestionado de la historia reciente de Necochea, con funcionarios procesados por delitos graves como peculado, asociación ilícita, incumplimiento de deberes de funcionario público y malversación de fondos.

Aquel gobierno se convirtió en un verdadero catálogo de despropósitos, con cargos tan ridículos como la famosa y cuestionada “canciller”, que viajó por el mundo con recursos municipales, o la creación de direcciones como Pesca, Juventud y Derechos Humanos, estructuras que lejos de resolver problemas concretos solo sirvieron para multiplicar la burocracia y engordar la nómina de funcionarios políticos.

En tanto, Vallota carga con el recuerdo de los audios que trascendieron públicamente, donde se la escuchaba presionando a un sindicalista para asegurarse una banca en el Concejo Deliberante, en lo que muchos interpretaron como una maniobra cercana a la extorsión.

El discurso de “renovación política” que intentan instalar contrasta así con su propio historial. Ambos dirigentes representan, más que un quiebre con el pasado, la continuidad de las prácticas más viejas y corrosivas de la política local.

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