Un sueño hecho realidad
En 1995 Carlos Serra aparece en escena para darle un nuevo propósito a Pueblo Escondido, resifnificarlo, rescatarlo del abandono y del olvido y otorgarle un protagonismo como nunca antes había tenido. Tuvimos el inmenso y grato honor de conversar con Don Carlos el hacedor de este increíble sueño.
“Es un proyecto de vida”, resalta. “Compramos esto hace 32 años, más o menos, había una sola puerta, los pisos rotos, era una ruina, pero supimos ver el entorno natural dónde está enclavado, su potencialidad”. Se trata de un emprendimiento familiar que acompañan -y en el que también participaron- sus hijos y nietos. Al principio fue un (pseudo, dice él) ´”proyecto empresarial” y “si me va mal, la convierto en mi casa”, pensaba hace tres décadas atrás Carlos. Como buen graduado en Ciencias Económicas no le faltaban herramientas comerciales, pero lo que además le sobró fue la visión y el futuro que pudo presagiar para este lugar.
Promotor y generador de equipos de trabajo, afirma que “acá al que no le guste trabajar que se vaya para otro lado”. Defiende la cultura del trabajo, porque a él le apasiona trabajar.
Sigue siendo una apuesta aún en la actualidad, porque hace un año se quedaron sin vehículo y llevan todas las provisiones en mula “para seguir prestando el servicio que tenemos diagramado”. Son 5 kilómetros que demoran 2 horas en recorrerse.
Como si la atención a los turistas fuera poca faena, allí también se elabora cerveza artesanal. Hace 30 años era impensado en la zona elaborar cerveza -nos cuenta-, así que una vez más, Don Carlos se tiró a la pileta. Hoy Minga es uno de sus grandes orgullos y lo comparte con los visitantes.
Sostiene que “el desafío más grande es volver a darle vida a un pueblo que había sido abandonado hace más de 30 años”. Pero ahora que su “proyecto se consustanció y se desarrolló” quiere aumentar la apuesta: “vamos por lo que son los patrimonios”.
Explica que “en el mundo la gente antes viajaba para conocer las maravillas naturales, ahora son los Parques Nacionales y los Patrimonios de la Humanidad”. Este es el camino que comenzó a transitar: “patrimonio provincial, nacional y en el día de mañana de la humanidad”. Esto confirma que un soñador jamás deja de soñar.
Contagia el entusiasmo de Don Carlos, pero además eclipsa su calidez, su hablar pausado, la claridad de sus conceptos, la entrega y predisposición para conversar con los visitantes. A él le gustan más los que se quedan un rato, “la gente más relajada” -dice-, los que buscan mezclarse con el entorno, los que exploran cada recoveco (y los hay: un museo, una galería de arte, una cascada, la iglesia y un antiguo túnel de ingreso a la mina), los que disfrutan un poco más que la victoria de una foto por haber llegado a destino.
¿Decime si no te querés ir ya mismo a visitar este fantástico lugar?
Después me contas.
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